¿Por qué beber agua de mar? Beber agua de mar es beber vida
El agua de mar es el nutriente universal más completo, orgánico, biodisponible y gratuito de la Tierra. Contiene, además de los carbohidratos, grasas y proteínas imprescindibles para la vida, minerales tan importantes como el magnesio, el calcio, el hierro o el yodo, entre otros, y alrededor de los 90 elementos biodisponibles de los 118 elementos de la tabla periódica, más el zooplancton y el fitoplancton que son proteínas puras. Lo cierto es que la lista de elementos se podría alargar hasta todos o la mayor parte de los existentes en la corteza terrestre.
El cuerpo humano es en un 65 por ciento agua que, en su mayoría, tiene unas proporciones de minerales prácticamente idénticas a las del mar. Esta composición es la que permite que nuestras células puedan desarrollar sus funciones en las mejores condiciones. Tanto es así que el agua de mar, convenientemente filtrada, es un suero fisiológico natural. De hecho, se puede inyectar en vena y el cuerpo lo acepta como si fuera plasma sanguíneo.
Algunas indicaciones y efectos de la ingesta de agua de mar vía oral
Algunos de los más importantes efectos que beber el agua de mar produce sobre nuestro organismo son:
- Aportación de minerales, vitaminas y nutrientes. Aporta dureza a los huesos. Por su riqueza en magnesio posee un efecto nutritivo y tranquilizante sobre el Sistema Nervioso, favoreciendo el descanso nocturno.
- Regeneración celular. Elimina el exceso de acidez de las células del cuerpo. Es el rehidratante ideal, el mejor suero oral.
- Limpia, higieniza y cicatriza varias patologías de la cavidad bucofaríngea: candidiasis, aftas, faringoamigdalitis, gingivitis. En patología de adulto puedes ser útil para piorrea y otros problemas periodónticos en general.
- Ayuda a nuestro organismo a procesar mejor los alimentos, evitando digestiones pesadas. Eliminación de grasas y toxinas.
- El número de glóbulos rojos o hematíes (las células que sirven para transportar el oxígeno a todos los rincones del organismo) aumenta entre un 5 y un 20 por ciento.
- Refuerzo del sistema inmunitario debido al aumento, todavía en proporción más grande, del número de glóbulos blancos o leucocitos (las células defensivas encargadas de luchar contra agentes infecciosos).
- Desinfección del estómago y del intestino. Tiene una función antibiótica y a la vez probiótica. Combate la flora patógena y nutre la flora normal.
- Favorece la cicatrización intestinal por lo que es de gran ayuda en el Síndrome del Intestino permeable, presente en muchas DISBIOSIS INTESTINAL y patologías intestinales.
- Reequilibrio del funcionamiento enzimático: ciclos metabólicos, secreciones hormonales, producción de anticuerpos, etc.
En conclusión, no hace falta estar enfermo para ingerir agua de mar, ya que ésta contribuye al reequilibrio y buen funcionamiento del metabolismo en su conjunto, aunque sí está especialmente indicado para casos de anemia, desnutrición, procesos infecciosos, sinusitis, problemas del riñón, recuperación física de deportistas, síndrome premenstrual, irritación digestiva o para paliar los efectos secundarios de la quimioterapia.
Cómo beber agua de mar
El agua de mar consumida en pequeñas cantidades no solo no deshidrata sino que mejora todo el rendimiento general y específico de la salud.
El Agua de mar tiene unos 36 gr/ litro de sales minerales disueltas, y nuestro plasma sanguíneo unos 9 gr/ litro, es decir, tienen la misma identidad mineral pero con proporciones diferentes. Es decir, somos agua de mar isotónica.
El agua de mar se puede consumir hipertónica, es decir con toda su salinidad y sin diluir. Se tomará en pequeñas dosis y espaciadas durante el día. Así, a manera de enjuague, la mezclaremos con nuestra saliva para isotonizarla, dejando que los minerales y oligoelementos se absorban vía sublingual (mucosa bucal).
Se utilizará cuando se busca un efecto terapéutico revitalizante inmediato para el organismo o prevenir un desgaste antes de un esfuerzo importante, tanto físico como psíquico.
También podemos tomar agua de mar isotónica, es decir, en dilución consiguiendo un tono de salinidad igual que nuestro cuerpo. Así se mezcla una parte de agua de mar con tres de agua mineral natural, proporción 1 a 3.